Este año en la expedición hemos tenido un nutrido grupo de niños: Savva [Савва] (7 años), Dasha [Даша] (6 años), Nastya [Настя] (2 años) y Masha [Маша] (8 meses). El primero de ellos es hijo y nieto de espeleólogos rusos, respectivamente Konstantin y Evgeniy Mukhin, y ya ha estado en anteriores ocasiones en el valle de Orto-Balagán, mientras que las tres pequeñas son hijas de la espeleóloga ucraniana Julya Timoshenko y para ellas es su primera visita a estas montañas. Aunque puede matizarse que Dasha conoció las profundidades de la sima Krúbera-Voronya cuando su madre estaba embarazada de ella, mientras establecía el récord del mundo de profundidad en -1840 m en compañía de D. Fedotov, S. García-Dils, D. Kurtá, G. Samokhin y B. Tourte, en la expedición de National Geographic de agosto de 2004.
A Savva le encantan las piedras, así que se ha dedicado a construir una casita, con su garaje y todo.
Dasha, por su parte, ha hecho sus primeras prácticas en pared e incluso ha descendido el pozo de entrada a la sima Krúbera-Voronya, un P-57. Esta niña promete. Y es que tiene a quien parecerse.
Nastya todavía es muy pequeña, por lo que se ha pasado el tiempo entre mamá y su hermana Dasha y Savva.
Masha, la más chiquitina del campamento (¡tan solo 8 meses!), ha intentado dar sus primeros pasos en estas abruptas montañas.
Dado que cada vez abundan más los espeleológos "eléctricos", frente a los que utilizan carburo, se ha encargado a los niños la misión de recoger todas las pilas usadas de la expedición, eso sí, ofreciéndoles a cambio una compensación: 1 rublo por cada pila.
Como todavía no saben contar, Sasha Provalova (13 años) les ha ayudado en el recuento. Han recogido más de cuatrocientas, así que, al bajar a la playa, han recibido su recompensa, que se han gastado en golosinas y helados.
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